sábado, 27 de octubre de 2007

Moi moi Jyväskylä

27 de agosto de 2007


Uno empieza a descontar los días de esta oportunidad intelectual recibida y la tristeza comienza a empaparlo como la lluvia fina que nosotros llamamos sirimiri y otros llaman calabobos, esa lluvia que parece que no moja, pero que le penetra a uno hasta el tuétano. Es como si el frío que hace y hará en las calles de esta ciudad comenzara a hacerle a uno tiritar por dentro de repente ante la mera idea de abandonar el lugar. Esta maravillosa experiencia tenía fecha de caducidad como la fruta que uno ve morir con indiferencia en el frutero, una fecha que no se percibe hasta que se ve cómo se muere la manzana y uno siente que una parte de sí mismo se muere ,o cuanto menos se desgarra ante el regreso. Cuando uno llega al lugar, ve la fecha del final demasiado lejos, más tarde, la rutina lo devora y ni siquiera se plantea cuánto queda para que la fecha lo atrape a uno y para cuando quiere darse cuenta, la fecha de regreso lo esta mirando fijamente a los ojos aunque uno quiera mirar hacia otro lado, mientras por dentro hay algo que se le destruye.


Uno pasea por las calles y trata de que su retina atrape todos los detalles, hasta los mas ínfimos, para poder volver, aunque sea mentalmente, a pasear por estas calles y sentir la felicidad que uno creía vedada y con sorpresa encuentra que florece dentro de sí y crece y lo invade y lo domina como una explosión primaveral que abarrota los jardines llenándolos de perfume y colores. Y vida. Esta vida que no parecía consistir en otra cosa diferente a la esperada y sin darse cuenta uno se topa de bruces con otra realidad, otra rutina, otra sociedad, otra vida en fin que lo abraza, lo acaricia y lo mira con ojos sonrientes como diciendo "ven que yo te cuido, vas a estar bien a mi lado", y uno se deja llevar y abrazar y acariciar y cuidar y querer.


Realmente no sé si la vida ES otra cosa, pero de lo que estoy convencido es de que la vida PUEDE SER otra cosa y el mero hecho de ser consciente de esta realidad le abre a uno una enorme puerta dentro de algún recoveco oculto de sí mismo donde antes había una muralla infranqueable.


El tiempo corre demasiado cuando uno está bien, más bien debiera decir que el tiempo desaparece cuando uno está bien, uno se limita a estar bien a sentirse a gusto y olvida el tiempo como un coche abandonado en la cuneta a diferencia de que cuando uno abandona el tiempo, éste sigue su propio camino sin detenerse y en la medida en que uno abandona la consciencia del tiempo éste levanta vuelo y parece llegar antes a su destino.


Y aquí estoy escribiendo esta carta de despedida cuando apenas ayer estaba deshaciendo mis maletas, las mismas que ahora vuelven repletas de otras sensaciones, vivencias y alegrías. Las mismas que acarrea éste que ya no es el mismo, que ha cambiado en muchos aspectos y que se asoma a la vida de otra manera. No sabría decir con precisión qué queda, qué ha nacido y qué ha muerto en mí, pero me atrevo a confesar que he sido más feliz aquí que en la mayoría de las estaciones en las que la vida me ha hecho detenerme.


Finlandia, el país con forma de dama que en su día tuvo dos brazos y que perdió uno en favor de Rusia. Finlandia, la dama de la que uno se enamora perdida y platónicamente ya que los conceptos nunca corresponden a las personas.


Sé que esto pasa factura, sé que la felicidad que hoy me acompaña es el dolor que mañana me cogerá de la mano, sé que va a doler, pero los caminos por los que transcurre la vida son insondables y tras cada curva hay una sorpresa esperándolo a uno bien con los brazos abiertos o con los puños cerrados.


Sé que va a doler y que tarde o temprano voy a llorar. No sé si será en la estación de Jyväskylä, en el tren, en el avión o cuando llegue a casa, pero eso va a resultar inevitable.


Por ahora sólo me queda contener el nudo en la garganta y decir moi moi Jyväskylä.

jueves, 11 de octubre de 2007

Silencio (II)

11 de ocutubre de 2007

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lunes, 1 de octubre de 2007

Silencio

1 de octubre de 2007


Hay un dicho según el cual somos dueños de nuestros silencios y prisioneros de nuestras palabras. Teniendo en cuenta la tensión que sufro en estos momentos, hoy me conviene callar.


Zorionak Aitziber

domingo, 30 de septiembre de 2007

Jyväskylä la nuit (II)

30 de septiembre de 2007


En la pista de baile, había montones de finlandeses moviéndose de una manera que dudo que uno sea capaz. Impresionante la marcha que llevaban. Se movían a la marcha de una música en la que predominan machaconamente los instrumentos de percusión. Las finlandesas no se quedan atrás y también tienen un ritmo que uno no puede dejar mirar asombrado.





Cuando uno se mete a la pista, descubre que la facilidad y la naturalidad con que la gente se arrima aquí es diametralmente opuesta a la del lugar del que uno procede. Allá la distancia de seguridad mínima puede estimarse en 0,5-1 metro, aunque quizá sea de 1-1,5 metros antes de que alguien se ofenda. Aquí los finlandeses pueden mantener una distancia de 1,5 milímetros e incluso pueden estar a una distancia de 0 milímetros y tampoco parece pasar nada. La gente es muchísimo más abierta aquí, en el sentido amplio de la palabra, que en el lugar del que uno proviene. Así que uno no puede dejar de sorprenderse al ver cómo aquí ellos (y ellas) arriman cebolleta con una naturalidad que uno no puede dejar de preguntarse qué narices andamos con remilgos por allá y por qué nos andamos con tantas trabas, tanta mojigatería y tanta tontería. No quiero ni imaginar qué le pasaría a un finlandés que actuara allá como actúa aquí. Dudo que regresara a casa con la cara o el honor, si es que esta palabra sigue teniendo algún significado hoy en día, intactos.


Según va pasando la noche, se van formando parejas que si se avienen, se retiran de la pista de baile y pasan a los sofás para charlar, o no. A todo esto, el alcohol se sirve a raudales y según pasan las horas, la gente está, digamos, más perjudicada. Aún así, no dejan de bailar en toda la noche.


Una cosa curiosa en la pista de baile es la cantidad de vasos que acaban en el suelo rotos. De hecho, hay trabajadores de la discoteca que se dedican a pasar cada cierto tiempo por la pista de baile con una escoba y un recogedor para limpiar los restos de los cristales esparcidos por el suelo. También llama la atención que, en muchas ocasiones, las mozas, para poder bailar más cómodas, se desprenden de los bolsos, los dejan en el suelo de la pista de baile y bailan alrededor de los mismos. Como para comprarse un bolso blanco, ¿no?


Cuando he salido de la discoteca, había más de una persona “tumbada” en el suelo como consecuencia de la poca cantidad de agua, frente a la mucha de alcohol, en la sangre. Una vez en la calle, algunas jóvenes, se quitan los zapatos y van caminando en calcetines hacia casa, aunque dudo que esto suceda en invierno.


En fin, toda una experiencia que no deja indiferente a uno y que hace papilla la idea de la sociedad finlandesa que tenía construida en la cabeza.

Jyväskylä la nuit

29 de septiembre de 2007


Hoy he salido a conocer cómo funciona Jyväskylä de noche y no me refiero a la de la foto.




Creo que tengo que rectificar bastantes de las opiniones que tenía formadas de los finlandeses porque nada de lo que he visto encaja con los esquemas que me había formado de ellos. He quedado con Alfredo y con un estudiante checoslovaco a las 22'00h. En el camino de mi casa al centro de la ciudad, me he cruzado con un señor que iba haciendo eses por la calle. He aparcado la bici en el centro y hemos ido a tomar algo al Heminway's. Hemos estado charlando un rato y de ahí a una discoteca. A partir de aquí, mis esquemas se han ido rompiendo uno a uno.


Lo primero que me ha sorprendido positivamente, es que dentro de las discotecas no se puede fumar salvo en los lugares acondicionados para ello. Por lo que he sabido, hay varias opciones en este sentido. En algunas discotecas, hay una especie de habitación que consta de cuatro paredes de metacrilato dentro de las cuales tienen que dirigirse los fumadores y en los que hay un sistema de aspiración que impide que el humo salga del mencionado cubículo; en otras ocasiones es una de las pistas de la discoteca que está separada del resto de las pistas; en otras simplemente no se puede fumar. Lo que puedo asegurar es que uno regresa a casa sin oler a humo en absoluto.


Otra cosa q ue sorprende, es que dentro de las discotecas hay mesas de juego y bastante gente jugando. Creo que ya comenté que en los supermercados hay máquinas tragaperras en las que la gente acostumbra a jugar. La verdad es que esto no le deja indiferente a uno. Pues bien, en las discotecas también se da este hecho.


Una vez que nos hemos metido hacia la pista de baile, la imagen de finlandeses serios, racionales, que no se mueven ni a empujones, se ha venido abajo. Creo que tengo tanto que contar que mañana voy a escribir la segunda parte de esta experiencia.


Copiosa cena

28 de septiembre de 2007


El fin de semana se acerca. Poco a poco el artículo va avanzando. Estoy descubriendo nuevas herramientas que me parecen muy útiles a la hora de escribir artículos y a la hora de investigar. En este sentido la experiencia está siendo sumamente estimulante.


Ayer Marko se hizo una buena avería en la espalda jugando al squash por lo que apenas puede andar. Para ello tiene que retorcer todo el cuerpo y caminar encogido arrastrando los pies. Si se le dice algo gracioso mientras camina, el mero hecho de reirse hace que se retuerza de dolor. Lleva una faja que le ayuda algo, aunque todo apunta a que el dolor que padece es bastante fuerte. Hoy no ha podido venir a comer con nostros y su mujer le ha llevado la comida al trabajo. Siempre es maravilloso ver cómo en una pareja una de las partes hace un esfuerzo extra para compensar lo que la otra no puede hacer. La mujer de Marko ha venido con la comida preparada y ambos han comido aquí, frente a mi despacho, en una mesa que se suele utilizar para las reuniones de trabajo, charlando en voz baja, en tono de confidencia; simplemente maravilloso.




Por la noche, he ido a cenar con Alfredo a un restaurante para estudiantes en el que he cenado una pizza que ni siquiera entraba en la bandeja, como se puede apreciar en la foto, por unos ocho euros. Pensaba que no me la iba a poder comer, pero no, he podido con la pizza sin ningún problema. Este restaurante es un buen lugar para intercambiar conversaciones con otros estudiantes. Esta noche había unos estudiantes de León, Madrid, etc. pero también hay estudiantes alemandes, checos, rusos, etc. Uno no puede dejar de preguntarse por qué no existen este tipo de lugares por aquéllos lares de los que uno procede.



jueves, 27 de septiembre de 2007

Descanso

27 de septiembre de 2007


Me siento cansado. Las horas de trabajo están haciendo mella. La cuestión es que uno casi se pasa todo el día trabajando aquí. Es verdad que salgo a hacer deporte o voy al gimnasio, pero al llegar a casa sigo mirando el artículo o le doy vueltas sobre cómo escribirlo o miro la bibliografía o me pongo a leer sobre genética y al final todo esto pasa factura. Creo que va a resultar que Idoia tiene razón y que tengo que salir un poco el fin de semana y dejar que la cabeza descanse un rato, centrar la atención en otras cosas; desconectar.




Otra cosa que he hecho es conseguir una guitarra, bueno, todavía no la tengo, pero cuando llegue a mis manos creo que me va a ayudar a desconectar en casa y además tengo unas ganas terribles de tocarla, ya que, desde que vine aquí en agosto, apenas he tocado durante media hora en la semana que estuve de vuelta en Donostia.


Hoy he ido de nuevo al gimnasio. De nuevo la cinta para correr estaba ocupada así que me he puesto a pedalear. He estado un rato dándole duro a los pedales y de ahí a la sauna de estudiantes. Hoy estaba a 80 grados y yo tan feliz. Total, que a los 5 minutos ha aparecido un señor que debió de ser estudiante hace 40 años y no se le ocurre otra cosa que ponerse a echar agua a las piedras con lo que la temperatura ha subido de 80 a 100 grados en muy poco tiempo. Cuando me disponía a salir, más que nada por el calor que hacía en la sauna, va el tío y me empieza a dar conversación. Que a ver de dónde soy, que quiere visitar Málaga, que por esa zona hay muchos finlandeses, que a ver qué tiempo hace por allá... y yo que ya no podía más, con un calor terrible y con un sudor que para qué os cuento. Al final, por fin, ha salido de la sauna y yo también he podido salir de allá con una flojera y un mareo considerables de los que me ha costado recuperarme.





Este fin de semana voy a desconectar. Está decidido. Idoia, ya ves que tus palabras hacen efecto. Me retiro por hoy, necesito descansar.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

El remero

26 de septiembre de 2007


La comida de hoy ha sido un tanto surrealista. Claro, uno proviene de un lugar en el que la cocina tiene mucha tradición y calidad reconocida. Cuando he llegado a la escuela de música, he visto que había pimientos rellenos y no lo he dudado dos veces. Me he servido un par de patatas cocidas y dos pimientos rellenos (el número de unidades que se puede uno servir viene escrito en un papelito junto al recipiente del alimento correspondiente). He abonado la cantidad correspondiente, me he servido la ensalada y el pan y me he dirigido directo a degustar la supuesta delicia. Mientras comía la ensalada, Marko ya le estaba hincando el diente a los pimientos rellenos y ahí se ha mascado mi tragedia. Los pimientos rellenos que yo había asemejado a los que estoy acostumbrado a comer, no eran otra cosa que unos pimientos rellenos de anchoas con todas sus espinas para aumentar el nivel de calcio del cuerpo. Así que mi gozo en un pozo.



Por la tarde he vuelto al gimnasio decidido a correr un rato, con la moneda de euro preparada para la taquilla. Me he puesto la ropa de deporte y cuando he entrado al gimnasio, la cinta para correr estaba ocupada por una moza que llevaba la camiseta con la suficiente humedad como para darse cuenta de que no acababa de empezar a correr. Me he puesto un rato en la máquina para remar y ahora me doy cuenta de que me he pasado ya que tengo cuatro bonitos callos adornando mis manos. He remado varios kilómetros y cuando ya estaba cansado, la moza seguía en la cinta corre que te corre. Me he sentado en la bicicleta estática y he estado pedaleando hasta que la moza, totalmente empapada, ha terminado correr. Me he puesto en la cinta y he corrido unos pocos kilómetros, así que por hoy estoy servido. Mañana más y espero que mejor.



Por si esto fuera poco, después ha habido sesión de sauna a la que me ha invitado Alfredo ya que a esta sauna sólo pueden acceder los trabajadores de las diferentes Facultades. Esto de la sauna es una experiencia interesante cuanto menos. Cuando hemos entrado, tres profesores estaban saliendo. Una pequeña ducha con agua caliente para ir cogiendo temperatura y para dentro. La sauna estaba a una temperatura de 100 grados, lo cual está muy por encima de las temperaturas a las que uno está acostumbrado. Hemos estado un rato charlando de artículos y cuestiones profesionales y para la ducha de nuevo. Una ducha y vuelta a entrar. Lo que se dice sudar, he sudado de lo lindo. Así que cada vez que salía a la ducha me metía un trago de agua entre pecho y espalda ya que, entre el líquido perdido haciendo ejercicio y esto, me iba a quedar más seco que un cacahuete. No obstante, debo destacar que la experiencia ha sido lo suficientemente interesante como para querer probarla en otra ocasión.

martes, 25 de septiembre de 2007

Don Quijote y el ambiente universitario

25 de septiembre de 2007


Hoy he descubierto un poco del fascinante ambiente universitario de Jyväskylä. Como ha empezado a oscurecer pronto, prefiero ir a correr en la zona universitaria y volver a oscuras a casa a regresar con luz y correr en la penumbra. Por primera vez he acudido al gimnasio de la Universidad. El gimnasio consiste en una sala no muy grande, pero que cuenta con un equipamiento variado. Hay bicicletas estáticas, una cinta para correr, pesas y diferentes máquinas para ejercitar los músculos de brazos y piernas. La primera lección que he aprendido es que, aquí también, las taquillas funcionan con una moneda de un euro. Por supuesto, las leyes de Murphy son omnipresentes y aquí se aplican del mismo modo que en el resto del mundo. Contaba con dos monedas y ambas eran de dos euros. Como cabe imaginar, no he encontrado a nadie con dos monedas de euro o algo similar, de modo que he dejado la mochila encima de un banco de los vestuarios. Finlandia tiene fama de ser un lugar en la que apenas se roba y, por otro lado, no creo que a nadie le interesen mis prendas.



En el gimnasio había bastantes universitarios haciendo todo tipo de ejercicios. Cuando he entrado, mi primera tentación ha sido la de hacer algo de bicicleta estática, pero como durante el día me muevo en bici, me he puesto en la cinta para correr un rato. Es la primera vez que corro en un aparato de este tipo y la verdad es que me ha gustado la experiencia. He corrido unos pocos kilómetros a velocidad creciente hasta llegar a la máxima velocidad. Creo que voy a repetir esta experiencia más a menudo. Cuando me he metido en la ducha, he descubierto la sauna para los estudiantes y esto le hace a uno sentirse a gusto, porque, bajo mi punto de vista, un símbolo de que un país es socialmente desarrollado consiste en que, aquellos a quienes el gobierno no tiene por qué temer, en este caso los alumnos, son tenidos en cuenta por éste. Aquí está muy claro que se cuida a los alumnos; se les paga por estudiar, se les ofrece comida barata, acceso gratuito al gimnasio además de otras ventajas que no vienen al caso.


Al salir del vestuario me he topado con una gran cantidad de gente esperando para una clase de aerobic y a uno le da por pensar que no hay nada más hermoso que un país preocupándose por la salud de sus jóvenes y se pregunta cómo hubiera actuado en caso de contar con tantas facilidades y tantos recursos como los que ve ahora.




Al parecer, todos los martes emiten una película, por supuesto en versión original subtitulada, en la Facultad que aparece en la foto. Como hoy era en inglés, también suelen ser en chino, etc., allá me he dirigido con Alfredo. Una cosa que sorprende es la cantidad de gente que he visto leyendo desde que ha entrado en la sala hasta que ha comenzado la proyección; otra cosa singular es que, en esta sala al menos, algunas personas se desprenden de su calzado para disfrutar más cómodamente del evento. La película, el documental para ser más preciso, se titula “Grizzly man”. Personalmente he de reconocer que me ha dejado clavado al asiento (muy duro, por cierto) desde el principio. En pocas palabras, consiste en las imágenes grabadas por un defensor acérrimo de los osos grizzly. Casi podría decir que es una especie de Don Quijote defendiendo a estos osos. Posiblemente este hombre, al igual que el hidalgo, no estuviera del todo en sus cabales y, de hecho, su actitud ha provocado carcajadas en los asistentes en diferentes momentos de la proyección, pero, personalmente, no me he llegado a reir en ningún momento. Para empezar porque, desde el comienzo del documental, se sabe que el personaje en cuestión murió, junto a su novia, en 2003 devorado por un oso. Y, claro, por muy fuera de la realidad que estuviera el muchacho, creo que el hecho de defender aquello en lo que creía hasta sus últimas consecuencias sin atacar a nadie, ni hacer daño a nadie, merece mi respeto y si realmente vivía fuera de la realidad, merece el respeto de todos los cuerdos.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Casas, casitas

24 de septiembre de 2007


Hoy me he reunido con Taina y parece que los resultados que le he presentado refuerzan más el artículo que estoy escribiendo, de modo que parece que no voy por mal camino. Le he presentado un borrador de lo que llevo escrito y ahora toca seguir trabajando en las partes del artículo que me quedan por escribir hasta que ella me devuelva lo que le he entregado con los comentarios y correcciones correspondientes. Según Marko de lo que yo escriba en el primer borrador del artículo, no va a quedar ni el veinte porciento al final del proceso. Bueno, creo que lo importante es hacerlo bien y que al final salga un buen artículo.



Le he pedido a Marko a ver si me puede dar un poco de aceite anticongelante para poner en el candado de la bici ya que el candado está cada vez más duro y tengo miedo de que se me vuelva a romper la llave. A ver si para mañana resuelvo este tema y ya puedo candar y descandar la bici sin temor a quedarme con una parte de la llave en la mano.



Cerca del Centro de Investigación están construyendo una vivienda, cuyas fotos acompañan este texto. Las fotos son de dos momentos diferentes; a ver si le hago seguimiento. Es impresionante ver cómo lo hacen. Las casas, en general en Finlandia, no se construyen ladrillo a ladrillo, sino por bloques. Traen la fachada prefabricada por partes y la van montado. Por un lado es lógico ya que, teniendo en cuenta el clima de este país, ¿quién se pone a hacer masa a menos treinta grados? Es imposible; el agua se congela, la masa se congela, todo se congela. Por lo que he podido saber, en algunas casas sólo utilizan paneles prefabricados y clavos. En las casas de hormigón apenas se utiliza masa y la que utilizan viene preparada en unos sacos. Desde luego, es impresionante ver cómo levantan con una grúa todo un lateral de una fachada con su puerta y sus ventanas ya colocadas. Es como quien monta una maqueta de pocas piezas. Como quien dice, es como montar una casita de muñecas; se cogen las diferentes piezas, se unen y ya está la casa terminada. No lo he preguntado, pero supongo que todo el cableado y las tuberías irán ya preparados por dentro de las paredes y que, una vez puestas las paredes, sólo hay que realizar las conexiones correspondientes. A ver si me entero. Lo que sí he podido apreciar es que el grosor del aislante que separa la pared exterior de la interior es tremendo. No sé de cuánto será, pero yo diría que es más grueso que dos colchones unidos, claro, por la cuenta que les trae...

domingo, 23 de septiembre de 2007

A correr

23 de septiembre de 2007


He vuelto a incumplir mi promesa. Hoy también he estado trabajando.


Hoy he descubierto que “The Serrano family” no es la única perla que estamos dejando por aquí. También estan emitiendo “Cuéntame”, es decir una familia que se dedica básicamente a gritarse constantemente y que cada poco suelta una perca al más pequeño de los hermanos, por no hablar de la abuela. Una joya más a disposición de las carcajadas finlandesas. Yo creo que sólo fantan las películas de Esteso, Pajares y Alfredo Landa para completar el palmarés.



Otra cosa que he descubierto, es que el supermercado al que suelo ir habitualmente no es el único de la zona. Cuando he salido a correr, he descubierto uno nuevo al otro lado del lago. Como el supermercado al que suelo ir habitualmente estaba cerrado, he ido a éste que he descubierto hoy. Primera y última vez. Una vez dentro, he podido comprobar que los precios son desorbitados respecto a mi supermercado habitual. Vista le situación, he comprado una caja de leche que era lo más urgente que necesitaba (así puedo desayunar mañana) y he salido de allá diciendo adiós por última vez a la dependienta.


Desde que regresé a Jyväskylä, no había vuelto a ir a correr por una molestia que sigo teniendo en la pierna izquierda, pero, como estoy convencido de que la molestia se debe a la bici y que no se me va a ir hasta que vuelva allá, he salido a correr de todos modos. La cosa ha ido bien y creo que a partir de ahora voy a empezar a salir a correr antes ya que para las 20'30h ya es prácticamente de noche. Supongo que las horas de luz van a reducirse drásticamente a partir de ahora.



Sigo disfrutando del otoño más maravilloso que he vivido en toda mi vida. Los árboles tienen tal colorido con el cambio del color de sus hojas, que parece que estuvieran iluminados porque al anochecer destacan entre los árboles que todavía tienen las hojas verdes. Toda una maravillosa escenografía para aquéllos que quieran disfrutarlo y tengan la sensibilidad suficiente para hacerlo. Cada vez estoy más convencido del viaje a Laponia para el año que viene. Si con lo que estoy viendo aquí ya estoy emocionado, no puedo ni imaginar lo que tiene que ser Laponia. Un viaje interesante sería ir desde Jyväskylä hasta el círculo polar. Todo llegará.




Mirad que fachada más maravillosa, ¡cuántos colores mezclados en esta enredadera!

Cuestión de imagen

22 de septiembre de 2007


Me había prometido no trabajar en todo el fin de semana y tomarme un poco de tiempo para descansar y relajarme, pero no he cumplido con mi promesa. Los resultados que obtuve ayer me habían emocionado tanto que hoy he vuelto a la carga. Quizá voy a tener que cambiar el planteamiento del artículo, pero esto cada vez se pone más interesante. Quisiera no ir a trabajar mañana, pero ya se verá.


(Mirad qué fachada tan bonita y colorida)

La bici sigue dando algunos problemas. La rueda delantera se ha desinflado demasiado rápido bajo mi punto de vista. He aprovechado que Alfredo estaba trabajando en el Centro de Investigación y le he pedido la bomba para inflar las dos ruedas. Ahora hay que esperar cuánto tarde en desinflarse para saber si la rueda tiene o no algún problema. Otra cosa que me preocupa es la cantidad de hojas que están cayendo de los árboles y que van a convertir el asfalto en una pista de patinaje. Si el camino fuera llano, no me preocuparía tanto, pero teniendo en cuenta las pendientes que tengo que andar subiendo y bajando...



Por fin he visto una parte de un capítulo de “The Serrano family” y tengo que reconocer que aquí es bastante más gracioso que allá, más que nada porque, ahora que conozco gente aquí, me hago una idea de cómo les tiene que impactar lo que ven y la imagen que tendrán de nosotros. En lo poco que he visto, uno de los personajes se dedicaba a imitar a Chiquito de la Calzada, al cuñaaaaaaao y al pozí en menos de cinco minutos y, claro, uno no puede dejar de preguntarse ¿qué entenderán los finlandeses de esto que ven? Lo que quiero decir es que si no conocen a ninguno de los personajes que he mencionado, les tiene que resultar verdaderamente impactante que un chaval empiece a dar brincos mientras canta aquello de “Siete caballos vienen de Bonanzaarrr” para pasar al medio minuto a ponerse un papel debajo del labio y gritar “Cuñaaaaaaaao” y finalmente encorvarse y repetir hasta el cansancio “Pozí, pozí, pozí....”. No me extrañaría en absoluto que con esta imagen jamás nos tomaran en serio.


sábado, 22 de septiembre de 2007

Bicis y candados

21 de septiembre de 2007


A veces, cuando uno anda con el ánimo revuelto, se da el caso de que todo lo que fluye a su alrededor también se le tuerce. Esta mañana he salido, como cada día, al Centro de Investigación. He bajado las escaleras de casa, he metido la llave en el candado de la bici (luego comentaré el tema de los candados y las bicis) y al girar la llave me he quedado un una parte de la llave en la mano, mientras que la otra parte se ha quedado dentro del candado. Bonita forma de comenzar el día, ¿no? Así que me he metido en el bolsillo la otra parte de la llave y he ido caminando a investigar. Por lo que he sabido, es muy normal que con el frío las cerraduras se endurezcan y las llaves se partan.



El problema era que no sabía si iba a poder sacar la parte de la llave que se ha quedado dentro del candado así que no sabía si me bastaba con unos alicates y con ellos podría sacar la llave, tengo otra de repuesto, o iba a necesitar una sierra para romper el candado porque no podía sacar el trozo de llave. Cuando he vuelto por la noche, he empezado a rebuscar entre las herramientas que hay en la casa y he dado con algo parecido a unos alicates. He bajado y he podido sacar la parte de la llave que estaba en el candado, así que, aunque de todas maneras voy a cambiar de candado, ya puedo andar en bici (si no se me vuelve a partir la llave).


Respecto al tema de los candados de las bicis, hace tiempo que descubrí que la mayoría de las bicis lo llevan, lo que pasa es que son tan discretos que alguien que desconoce este tipo de candado no se da cuenta de su presencia. Si se lleva una de estas bicis con candado incorporado para allá, habría que cambiar los radios de la rueda trasera cada semana.



En cuanto a la investigación, a última hora de hoy he encontrado algo que me parece muy interesante y que quiero presentarle a Taina la semana que viene. Creo que a ella le va a parecer muy interesante, pero habrá que ver qué dice.


Por lo demás, el otoño no deja de sorprenderme. Creo que éste es el otoño en el que más me estoy emocionando con el paisaje. Ha de tenerse en cuenta que aquí el otoño se magnifica con la cantidad de masa forestal que hay. Creo que debe de ser impresionante viajar en avioneta y ver la diversidad de colores que convive bajo uno. Todos los días llevo la cámara para poder mostrar fotos como ésta en la que hay tres colores repartidos entre las hojas de un mismo árbol. Pinchad encima de la foto y vedla en un tamaño más adecuado, ¿no es realmente impresionante? Pues ni siquiera puedo describir lo que siente uno estando frente a este árbol.


jueves, 20 de septiembre de 2007

Háblame de colores

20 de septiembre de 2007


La vuelta al cole ha sido dura. El cansancio acumulado ha hecho que hoy rinda menos de lo habitual. Esperemos que mañana la cosa salga mejor.


A estos finlandeses no se les puede dejar solos. Aquí hay una broma habitual cuando uno regresa tras una estancia en el extranjero. La gente cuando vuelve suele preguntar a ver qué ha pasado mientras uno ha estado fuera porque aquí, habitualmente, no pasa nada. Pues en mi caso no ha sido así. Mientras he estado fuera han debido de apagar todas las calefacciones de Jyväskylä porque hace un frío en la calle que para qué os cuento. Estamos a cinco grados y todo apunta a que va a seguir bajando.



Por otro lado, los árboles han cambiado sus colores de una forma maravillosa, de modo que los montes se ven lindos con esos contrastes de rojo intenso, verde y amarillo. Es impresionante cómo se está transformando el paisaje y uno no puede dejar de sorprenderse por la belleza que se presenta ante su vista. Ha de tenerse en cuenta que, como aquí todo es naturaleza, los contrastes se viven de un modo diferente, la naturaleza lo atrapa a uno, lo integra y le hace sentirse parte del paisaje. Como decía aquel cantante, háblame de colores alrededor de ti, del color de las flores que un día te di, cuida que mis amores no se destiñan, caleidoscopio eterno para vivir; feliz.



El martes por la tarde, poco antes de coger el autobús para Bilbo, estuve con una amiga mía en la feria del libro antiguo y de ocasión que está en la plaza Gipuzkoa. Hablando de libros, me comentó que ella se estaba leyendo uno titulado el genoma humano en 23 capítulos. Por lo que ella contaba era muy interesante, así que me lo había apuntado en la cabeza para hacerme con él a la vuelta. Hoy por la mañana me ha llamado Alfredo y me ha dicho a ver si me podía pasar por su despacho ya que quería dar una cosa. Total que bajo a su despacho y me dice que me quiere regalar un libro. Abro el paquete y me encuentro con este libro que me comentó mi amiga, pero en su versión original en inglés. Ha sido una sorpresa y ya estoy deseando leerlo. Hoy por la tarde he comenzado a leerlo y parece bastante interesante, así que si ya tenía muchas cosas para leer, hay que echar una más al carro. Además, Alfredo me ha comentado que hay otro libro del mismo autor que habla de diferencias genéticas y ambientales que ya le he pedido que incluya en su próximo pedido de libros. Que por leer no sea, ya tengo entretenimiento para las noches. Novelas no he traído ninguna, sólo me había traído un libro de Erich Fromm titulado del tener al ser, pero libros sobre genética, gemelos, investigación, estadística y artículos tengo para un buen rato. Ni siquiera sé si voy a poder leer todo antes de volver allá. No obstante, estoy encantado, todo lo que sea aprender será bienvenido. Al fin y al cabo debo aprovechar esta estancia para volver con la cabeza llena de ideas, ¿no?


Regreso a mi pequeño remanso de paz

19 de septiembre de 2007


El día de hoy está siendo bastante duro. Ayer llegué al hotel casi a las 00'00h de la noche y hoy me he levantado a las 4'30h de la madrugada para llegar bien al aeropuerto. He cogido el avión en Bilbo para ir a Bruselas y desde allí a Helsinki para coger el tren que me dejará en Jyväskylä, mi pequeño remanso de paz.



Hasta ahora nunca solía dormir en los medios de transporte, pero debo estar bastante cansado porque ayer me dormí en el autobús camino a Bilbo y hoy me he dormido tanto en el avión a Bruselas como en el que va de Bruselas a Helsinki. En estos momentos estoy en el tren que me dejará en Jyväskylä. Vamos a una velocidad de 196 km/h y es una pena que esta velocidad no se mantenga durante todo el trayecto para llegar allá cuanto antes. Estaré allá para las 17'30h, es decir, que para las 18´00h o las 18'30h, estaré en casa tranquilamente. No sé si saldré a correr porque estoy bastante cansado. Lo más probable es que me quede leyendo algo de lo mucho que tengo para leer acerca de genética, gemelos, aspectos a tener en cuenta a la hora de escribir un artículo...


El vuelo de Bilbo a Bruselas ha sido un poco inquietante. Estaba yo en el aeropuerto, esperando para embarcar cuando he visto a una joven que se acercaba. Esta moza era el vivo retrato de un cadáver andante. Delgada hasta un extremo difícilmente imaginable. Esta situación lo turba a uno. La situación hace que uno se pregunte qué es lo que realmente somos; es imposible que seamos mero cuerpo porque, en ese caso, esa mujer apenas era una mujer. Una vez en el avión, se ha instalado en un asiento bastante cercano al mío de modo que he podido observarla con detenimiento. Cuando se ha dormido, ha quedado una piltrafa tirada sobre el asiento, como cuando uno llega cansado a casa, se quita la ropa y la tira sobre una silla. Así ha quedado ella, como un cúmulo de prendas tiradas sobre el asiento de un avión e inexplicablemente atadas con un cinturón de seguridad, como si las prendas estuvieran vacías o como si ella hubiera muerto hace tiempo y los gusanos le hubieran comido por dentro y no quedara más que huesos y pellejo.


Venía en el camino con el espíritu bastante revuelto. Desde mi estancia en Donostia, hay muchas cosas que se remueven dentro de uno; que no lo dejan tranquilo. Muchas cuestiones sin respuesta, muchas dudas, muchos sentimientos revueltos, pero tan pronto como he divisado desde el avión las islas que anuncian la llegada a la costa finlandesa, la balsa que flota sobre el lago de aceite del que he hablado en alguna ocasión se ha metido dentro de este cuerpo y una inmensa tranquilidad se ha instalado para quedarse dentro de mí; dentro; adentro.



Mañana toca retomar la marcha empezada hace un mes. Creo que este mes y medio que queda va a ser tan duro o más que lo trabajado hasta ahora. Hay demasiadas cosas que hacer para el tiempo que queda. Ánimo y a darle duro.

Miradas

9 de septiembre de 2007


Mi regreso se acerca y los sentimientos contradictorios se me van acumulando en el cuerpo.


Hoy es un día tranquilo, un día de ésos en los que uno se siente bien consigo mismo y con los que le rodean. Uno se siente tranquilo y casi puede ver la paz que lo circunda. Es maravilloso estar de acuerdo con uno mismo y que lo que uno tiene dentro del cuerpo esté ordenado. No es fácil. A veces el exterior es tan corrosivo que lo corroe a uno, lo gasta, le crea una serie de muescas que son difíciles de reparar. Este país en el que todavía vivo, es como una balsa sobre un lago de aceite que le deja a uno flotando suavemente sin grandes olas, sin tempestades; simplemente flotando, tranquilamente, teniendo tiempo de mirar lo que queda tanto dentro como fuera de uno mismo.


Mucha gente está de acuerdo en que no es fácil mirar lo que uno tiene dentro, pero bajo mi punto de vista, tampoco es sencillo mirar hacia fuera. Mirar lo que queda fuera de uno y comprenderlo, integrarlo con uno y sencillamente seguir hacia adelante comprendiendo lo que uno tiene a su alrededor y dentro de sí mismo.


Una sensación de tranquilidad invade mi cuerpo, me acaricia, me abraza, me acoge del modo en que lo hace una persona cualquiera con un viejo amigo. Convivo con la tranquilidad y en la absoluta tranquilidad como si ésta fuera una vieja amiga que uno reencuentra tras varios años de no verse. Desde esta perspectiva, uno simplemente mira la vida y se siente satisfecho. Uno mira lo de fuera, lo de dentro y lo funde y ve que es feliz, que las cosas son fáciles de llevar, que la vida era otra cosa diferente, que el estrés es un mal invento y que viviendo demasiado deprisa uno se pierde el paisaje de todo el recorrido. Es como aquella historia del señor que va caminando por la calle y se encuentra un billete en el suelo. Lo coge y a partir de entonces camina mirando al suelo para ver si encuentra dinero. Al final de su vida ha encontrado una cantidad considerable de dinero, pero se ha perdido todo lo que ha tenido alrededor a lo largo de su vida; es agradable encontrar un dinero que uno no espera, pero es maravilloso contemplar lo que sucede alrededor de uno.



Recuerdo una película en la que un señor se enamora de una mujer sabiendo que ésta va a morir, debido a una enfermedad, en un plazo no muy lejano. En un momento de la película, casi al final, hay una frase que le corta a uno la respiración: “La felicidad de hoy es el sufrimiento de mañana”, es decir, que la felicidad de estar junto a la persona que uno ama, es el sufrimiento que se gestará cuando la pierda. No sé si en mi relación con este país sucederá lo mismo; esperemos que no sea para tanto.

Otoño

8 de septiembre de 2007


El otoño ya está llegando mediante la presencia de sus colores como en la canción de Lertxundi. Los árboles que hasta ahora estaban verdes comienzan a amarillear y a enrojecer. Por suerte, voy a estar aquí para ver cómo esta inmensidad forestal cambia sus colores e invade el paisaje cotidiano de la vida de uno. Esto tiene que ser impresionante. Me imagino paseando por las calles, mezclándome y perdiéndome entre las diferentes tonalidades de estos colores que anuncian la llegada del invierno con tal intensidad que los desfiles de moda pierden el sentido, al igual que uno pierde el sentido en medio de esta inmensidad natural. Creo que allá a mediados de octubre la cámara de fotos va a dar lo mejor de sí y va a trabajar a pleno rendimiento. Prometo fotos. Debe tenerse en cuenta que aquí prácticamente todo es naturaleza. En el campus universitario es muy raro ver una facultad desde otra ya que en medio siempre hay gran cantidad de árboles. Pues ahora imginad este paisaje del campus universitario con estas tonalidades rojas intensas o más pálidas y esos amarillos de diferente tonalidad mezclados, fundidos con el paisaje y con uno mismo mientras pasea. Tiene que ser impresionante.



Hoy el día ha sido tranquilo. Trabajar un rato por la mañana, en la medida de lo posible, ya que ayer no volvió la red y los documentos que tengo en el pen drive no son las últimas versiones de mi trabajo, pero algo se puede hacer. He empezado a leer un libro que me recomendó Alfredo acerca de cómo trabajar en la investigación con gemelos. Parece bastante interesante y no es difícil de seguir. La verdad es que éste es un tema del que no soy muy conocedor y tengo que aprender bastante, pero Alfredo está por la labor de ayudar, así que tengo que aprovechar el tiempo aquí y aprender lo máximo posible para crecer como investigador y para saber hacer las cosas bien y no a medias tintas. Así que a mi vuelta de Donosti, vuelvo a casa de miércoles a miércoles, quiero ponerme las pilas para aprender lo máximo posible. Una cosa que no se me tiene que olvidar es la de traer novelas. Creo que con diez tendré suficiente hasta finales de octubre.



Lo que empecé a escribir ante la falta de novelas que leer, también va hacia adelante. No he escrito mucha cantidad, pero lo que he escrito me va convenciendo lo cual, al menos en mi caso, es todo un logro. Esto es como el artículo, se escribe un texto sin pensar demasiado y se revisa una y otra vez hasta que queda totalmente pulido. Es como una pequeña piedra preciosa que uno tiene en bruto y la va puliendo hasta que queda, si no algo maravilloso, al menos algo aceptable. Por eso esta novela en la que estoy trabajando la considero como una pequeña joya sobre la que trabajar. La historia está clara en mi cabeza; ahora falta garabatear, garabatear, garabatear y pulir una y otra vez para que el resultado sea, cuanto menos, del gusto del que lo escribe. Puede no gustar a los lectores eso no es difícil que ocurra, pero, cuanto menos, que el autor esté satisfecho con lo que escribe.


Por cierto, felicidades.

Lesión

7 de septiembre de 2007


Ya es viernes y llevo una semana lesionado. Ya comenté hace unos días que tenía un dolor en la pierna izquierda que no dejaba de molestarme, pues el dolor ha ido a más y yo he tenido que parar, así que veremos a ver cuándo vuelvo a correr y cuánto he perdido en forma física. Últimamente estaba manteniendo un ritmo cómodo y un número aceptable de vueltas al lago; veremos a ver qué pasa a partir de ahora. No tengo muy claro qué es lo que me ha causado este dolor porque tampoco he forzado la marcha, pero qué se le va a hacer.


En cuanto al trabajo las cosas van bastante bien. Los resultados siguen la misma tendencia que los análisis anteriores por lo que parece que las cosas están bastante atadas. Ahora toca terminar de escribir el artículo y refinarlo. Según tengo entendido, ésta es la parte más dura del proceso. Hay que darle más vueltas al texto que al puré de patatas, cambiar una palabra, una frase, un párrafo y volver a retocar de nuevo. Este paso es el más tedioso, pero necesario si uno quiere escribir en una revista internacional. Por lo que me han comentado por aquí, publicar un artículo lleva una media de un año, es decir, que a mí todavía me queda un buen rato hasta verlo impreso en una revista, pero no hay prisa, todo se andará.



La mala noticia de hoy es que están mejorando la red y nos han cortado el acceso a Internet y, en consecuencia, nos han cortado el acceso a los documentos en red, es decir, a todos los documentos en mi caso. No obstante, tampoco es tan mala noticia ya que he aprovechado para pasar el día en la biblioteca. Recuerdo que cuando estudiaba la carrera me encantaba ir a la biblioteca y leer libros acerca de teorías pedagógicas, técnicas de investigación, lectoescritura y también sobre nuevas tecnologías y educación. Pasé la carrera leyendo y, en consecuencia, en muchas ocasiones, no necesitaba dedicar un minuto a los exámenes ya que entre lo que había escuchado en clase y lo que había leído ya sabía todo lo necesario. Además, fuera de los libros solía haber gente como María quien ponía en cuestión lo que uno pensaba y esa estimulación resultó siempre gratificante. A riesgo de parecer nostálgico, debo reconocer que aquella época fue para mí maravillosa y el hecho de acudir el día pasado a la biblioteca de la Universidad de Jyväskylä o, mejor dicho, Jyväskylä Yliopisto, me causó un efecto similar de bienestar. Pasaría de nuevo otros tantos años entre libros y entre gente que pone en cuestión lo que uno piensa, pero parece que la vida es otra cosa y uno no puede quedarse atrás con síndrome de Peter Pan, aunque, por otro lado, creo que ambas opciones pueden fundirse y creo que es eso lo que aquí he encontrado.


lunes, 10 de septiembre de 2007

Maquinitas y comecocos

6 de septiembre de 2007


Hoy Alfredo me ha enseñado las instalaciones del Centro de Investigación y todavía estoy emocionado. Tienen plataformas para medir el esfuerzo dado en un paso, células fotoeléctricas para calcular lo que tarda una persona en hacer un recorrido, laboratorio para experimentar con ratones, arcones en los que guardar muestras a temperaturas de menos setenta y cinco, sistemas para medir el equilibrio de las personas... toda una maravilla encerrada en un edificio. La pena ha sido que, como hemos ido en horas de trabajo, no he tenido la oportunidad de trastear con los diferentes aparatos. Eso realmente me apasiona. Me encanta trastear con las diferentes máquinas para ver cómo funcionan, qué otros usos se les pueden dar, cómo se pueden mejorar, etc. Hoy he tenido mi dosis de estimulación cognitiva. Así que llevo todo el día dándole vueltas a esta cabecita como si la estimulación cognitiva consistiese en un comecocos que hace que le dé muchas vueltas a la cabeza.



Me doy cuenta de que tengo muchísimo que aprender y que además estoy deseando aprender. Estoy deseando ponerme a prueba a mí mismo para saber hasta dónde puedo llegar y dónde está el límite que me puedo imponer. Quiero todo esto y, además, vivir con la tranquilidad con la que aquí vivo, sentirme como aquí me siento; sentir no sólo que estoy vivo, sino que además de estar vivo sigo creciendo, como un pequeño tallo con futuro incierto de árbol en medio de un bosque repleto de grandes árboles. Un tallo puede convertirse en árbol y ser robusto, puede morir por el viento, el exceso de lluvia o la sequía; o también puede convertirse en bonsai si se le recortan y limitan las raíces y le domestican las ramas con alambres. Cada uno, en cierta medida, tiene la capacidad de decidir qué es lo que desea ser y cómo desea crecer, mantenerse, decrecer o morir.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Ejercicio físico y mental

5 de septiembre de 2007


Hoy no he comido ensalada. Esto sería una noticia interesante si hubiera tomado otra cosa, pero la cuestión es que no ha habido primer plato. Hemos llegado tarde a comer y, como ya estaban recogiendo, no quedaba más que el segundo plato.



Respecto al Centro de Investigación, me siento todo lo a gusto que uno se puede sentir. La idea aquí es que, como la investigación es una tarea creativa, pues cada uno se organiza de la manera que prefiera siempre y cuando responda de su trabajo. Cada cual aquí llega cuando así lo cree necesario o, si lo prefiere, trabaja desde casa. Es muy gracioso lo que una compañera me ha contado. En invierno sólo tienen cuatro horas de luz durante el día; de nueve de la mañana a doce. Así que ella viene a trabajar a eso de las ocho y, cuando llega la hora de luz, se va a esquiar un rato y luego vuelve a trabajar. Por lo que me ha dicho, si hay luna llena y cielo despejado, se puede esquiar aunque no haya luz del sol, ya que la luz de la luna se refleja en la nieve y eso les permite ver bastante bien. Otros, por ejemplo, salen a correr en medio de su jornada laboral para despejarse. El horario habitual es de ocho a cuatro más o menos parando a las nueve y media para tomar café y charlar con la gente, a las once y media para comer y a la una y media para tomar un segundo café. A eso de las cuatro se cierran todas las puertas interiores y sólo las personas que tenemos una llave especial podemos andar pululando por el edificio. Digamos que es un primer cierre. El cierre de segundo nivel, por llamarlo de alguna manera, es a las seis de la tarde. Para poder andar por dentro del edificio o para entrar en él hace falta la misma llave, pero con un permiso superior; lo mismo sucede para entrar los fines de semana; hace falta este segundo nivel de permiso en la llave electrónica.



Junto al Centro de Investigación hay una pista de hielo, un gimnasio con pesas, cinta para correr, bicicleta estática y diferentes máquinas para ponerse en forma; una piscina, una pista de atletismo, squash, un campo de fútbol y, para el staff, una sauna. Así que la gente aquí no tiene muchas excusas para no hacer ejercicio; el que no hace es básicamente porque no puede por motivos de salud o porque no quiere. Claro, y luego uno se encuentra con que la gente aquí es más saludable que una bolsa de manzanas. Además como la mayoría va y viene en bici, pues la cosa ya es redonda.



Yo todavía no he ido a ninguno de estos sitios, pero todo llegará. Alfredo me ha dicho que me puede colar en la sauna, así que eso no me lo va a quitar nadie. Lo pruebo seguro. La pena es que yo quería meterme en una de esas saunas con un lago al lado y hacer sauna-baño, sauna-baño, etc. No descarto la idea pero como no me espabile se me va a pasar ya que las temperaturas van bajando y a ver quién es el majo que se mete en el lago con frío. Yo, desde luego, no.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

El rebaño

4 de septiembre de 2007


Parece que el curso ya ha empezado por aquí. Desde el lunes estoy viendo montones de gente de un lado para otro entre las diferentes Facultades. Es bastante gracioso porque yo recuerdo que, cuando empecé la carrera, la primera semana al menos, iba bastante a mi aire. Luego vas conociendo gente y vas haciendo grupo. Aquí no. Aquí lo que he visto es que la gente va como rebaños a todas partes. Vas caminando tranquilamente por el campus, por ejemplo ayer cuando iba a comer, y te encuentras con una pequeña “manifestación” de estudiantes, es decir, una columna de estudiantes, como una riada de jovenzuelos, que van a comer. Y es gracioso sentarse a comer y verlos llegar todos juntos, tan tranquilos como siempre, servirse la comida, sentarse en una mesa (larga porque si no el grupo tendría que dividirse y eso podría ser traumático) y comer todos juntitos. Curioso cuanto menos. Claro, uno se pregunta si serán todos iguales o habrá un líder dentro del grupo o cómo se manejará el grupo como tal. Por ejemplo, si a uno le da un apretón, ¿qué hace el resto? ¿Esperar en la puerta del váter a que salga? ¿Permitir que el grupo se desgarre por un tiempo?


Otra cosa curiosa es que lo que allí se hace antes de empezar la carrera, aquí se hace después. Por ejemplo, allí se visita la Facultad antes de empezar la carrera y, una vez empezada, te buscas la vida. Aquí los primeros días los llevan a todos juntos enseñándoles la Facultad y los diferentes emplazamientos del campus. Así, por ejemplo, te puedes encontrar a setenta yogurines visitando un gimnasio en el que apenas entran veinte personas.



Y ya que estamos con cosas curiosas, ahí va otra. En Finlandia tener un teléfono móvil es lo más normal del mundo. Yo he visto enanos de seis o siete años hablando con su aparato correspondiente. Claro, hay que tener en cuenta que Finlandia es el país de Nokia y hay que predicar con el ejemplo. Lo curioso es que, debido al hecho de que todo el mundo tiene teléfono móvil, aquí no hay cabinas telefónicas. Todo el mundo dice que sí, que alguna hay, pero no saben dónde. Mentira. No hay. La semana pasada, estando en el centro de Jyväskylä, una persona me preguntó por una cabina y yo no supe responderle. Luego pensando, me di cuenta del detalle. Desde entonces ando preguntando a la gente a ver si saben dónde hay una cabina y todo el mundo te responde lo mismo; cree que hay una no sé dónde, pero vas a no sé dónde y no hay nada. Es una cosa interesante, es como perseguir un mito urbano. Es como aquello que cuentan de que los contratos indefinidos existen; deben existir, pero nadie los ha visto. Pues eso, que me da a mí en la nariz que o las cabinas telefónicas están junto a las fuentes para beber agua o no sé yo dónde buscarlas. Así que pienso seguir buscando y si encuentro alguna prometo hacerle una foto. Es gracioso pensarlo, ¿os imagináis a los de timofónica si allá no hubiera cabinas? Se nos arruinan. Que eso también manda narices. Vas a una cabina, no tienes cambio, echas una moneda de euro, hablas tres minutos y la cabina te devuelve 0 (cero). Se la traga, así como quien no quiere la cosa. Es como el monstruo de las galletas, pero con dinero. A la moneda le pasa algo como así como a José Luis López Vázquez en “La cabina”. Una vez que entra ya no puede salir por que las cabinas son de una secta o de un grupo extraño de gente. Pues esto mismo pasa con las monedas, una vez que entran ya no pueden salir porque las cabinas pertenecen a una secta o a un grupo extraño de gente.



martes, 4 de septiembre de 2007

Liberando móviles y pieses

3 de septiembre de 2007


Hoy Elena y Mari Feli han vuelto de unas maravillosas vacaciones por el ancho mundo. Tranquilas, no os alteréis demasiado y buen comienzo de semana.



Hoy por la mañana, hacía una temperatura que los del norte denominaríamos como fresca. Así que me he puesto una camiseta de manga corta, he metido el jersey en la mochila y he ido hacia el Centro de Investigación en bici. Según me iba alejando de casa, he podido percibir el detalle de que aquí todo el mundo iba con abrigo y me miraba como extrañado. Cuando he llegado al Centro, me he encontrado con una compañera encogida de frío, con un pedazo de abrigo que ni para Siberia. Se me ha quedado mirando como diciendo, este tío desayuna tequila y lleva la calefacción incorporada o no anda muy bien de la cabeza. Digo que creo que es eso lo que ha pensado, no sólo por la cara que ha puesto, sino también por los comentarios que me ha hecho. Y claro, uno no puede dejar de preguntarse si están así con cinco gradetes, que tampoco es nada del otro mundo, cómo se pondrán a menos treinta. ¿Se envuelven en un ovillo de lana y van rodando hasta su lugar de trabajo? Porque la intuición me dice que de cinco grados a menos treinta la diferencia tiene que ser abismal. Tampoco es que esté seguro, sino que es una simple sospecha. Por la tarde-noche la temperatura ha bajado más (o a mí así me lo ha parecido) y el jersey ha sido inevitable tanto para andar por la calle como para moverse en bici.



Una cosa que tenía pendiente, la gente de aquí me lo estaba diciendo con bastante asiduidad, era hacerme con un teléfono móvil. Comprar una tarjeta era de lo más sencillo, pero el problema era que mi teléfono no está liberado, sino que los amigos de vodafone lo tienen para ellos solitos. No obstante, me sonaba que María me había dicho en una ocasión que para liberarlo sólo hacía falta dar un par de pasos bastante sencillos. Así que buscando en Internet he ido a parar a una página en la que indican todos los pasos necesarios para liberar los móviles (Nokia). Por suerte, el mío es de esta marca y lo he liberado con toda facilidad, de modo que ya tengo teléfono con tarjeta finlandesa.



Por cierto, y a pesar de los vaciles que he visto en algún comentario, sí, desde hoy, cuando llego al Centro de Investigación, me quito las zapatillas y me pongo las chanclas con calcetines y, aunque uno se siente de lo más ridículo, he de reconocer que es realmente cómodo. Recuerdo lo incómodo que me suelo sentir en invierno con las botas puestas todo el día apretándote los pies, que, cuando llegas por las noches a casa y te quitas las botas, los pies te miran y te dicen, tío ya te vale. Desde aquí rompo una lanza a favor de la liberación de pies. No sé si llegaré a probar algún día lo de ir en calcetines o, incluso, ir descalzo, pero por ahora, yo no dejo la costumbre de llegar al Centro de Investigación, quitarme el calzado y ponerme las chanclas con calcetines. No es estético, pero es muy cómodo. ¿Llegará esta costumbre al otro lado del lago? No tienen por qué ser chanclas, pueden ser chanclas con lacitos y con floripondios e, incluso, pueden ser zapatillas de casa rositas con todo tipo de adornos. En lo que a mí respecta, me han convencido.